Cuando nos planteamos acercar un idioma nuevo a nuestros hijos, debemos tener claro
por qué lo hacemos: es
nuestra lengua materna, vivimos en un país con un idioma diferente o
creemos que es importante porque le abrirá puertas en el futuro. Estas
son, según Alexander Sokol, las principales razones, pero no las únicas.
Una vez tenemos claro la nuestra, conviene que consideremos
la edad del niño, nuestro nivel de idioma y el contexto en el que queremos usar la lengua. “Todo es válido si funciona en nuestra familia y se hace de manera natural”, explica, y recomienda que
los padres no se obsesionen
con la idea de enseñarles a los niños, porque su tarea es menos
académica y más lúdica, pensada para despertar en ellos una actitud
positiva hacia el idioma que pueda ser reforzada después académicamente
en el colegio o con un profesor particular.
Actualmente hay familias
muy diferentes y en cada caso el enfoque ha de ser el apropiado. No es
lo mismo educar en una familia bilingüe o multilingüe, donde el
aprendizaje será mucho más fácil, que en una
familia monolingüe española, que viva en España y que quiera ayudar a sus hijos con el inglés, seguramente con dificultades mayores.
Los errores a evitar
Sokol advierte de que el primer error que solemos cometer al enseñar un idioma a los niños es
pensar que aprender una lengua es aprender palabras. Mejor que señalar algo y explicarle cómo se dice en inglés, es preferible hacer
pequeñas frases, aunque sean sencillas, para ir introduciendo poco a poco el idioma. Podemos hacerlo
con canciones, dibujos animados en inglés, cuentos, juegos en el ordenador. Además,
apunta, “los padres no deben apurarse si su pronunciación o su nivel no
es el óptimo, siempre que les permita jugar y comunicarse con sus hijos
de forma natural”.
Las
correcciones explícitas
también pueden provocar el rechazo o la timidez en los niños. Antes de
corregir, asegura Sokol, “es mejor repetir la frase que ha dicho mal
pero con la palabra o la gramática
corregida”. También recomienda
evitar traducir
y nos invita a probar formas diferentes, como explicarlo con otras
palabras, “porque traducir a otro idioma lo que acabamos de decir no es
algo natural en la comunicación, la rompe, por eso debemos evitarlo”.
Otro error común es la
impaciencia o expectativas demasiado ambiciosas.
“Los niños necesitan un tiempo antes de empezar a hablar un nuevo
idioma, porque primero aprenden a comprenderlo y sólo después empiezan a
hablar”. Hay que
ir despacio, darle su tiempo e
introducir el inglés a través de sus juegos favoritos, con los
personajes de dibujos animados que más les gustan o sus aficiones.
Pero, por encima de todo, el principal error que cometen los padres es intentar
enseñar el idioma en lugar de convertirlo en una más de las rutinas diarias del niño.
Si queremos enseñarle, mejor contratamos un profesor, el papel del
padre es acercar e introducir el nuevo idioma en sus vidas de forma
natural y sencilla, jugando a cualquier actividad.
7 normas básicas para recordar
1. Frases mejor que palabras.
2. Traducir sin traducir.
3. Ser paciente y no esperar demasiado.
4. Correcciones sutiles.
5. Aprovechar los momentos en los que hace lo que más le gusta.
6. Darles tiempo para que empiecen a hablar.
7. Los recursos más eficientes están en su entorno y en sus juguetes.